Más abajo, la Señora Ostrich apoca sus viudas plumas azul noche para salir a pasear calle arriba desde su espartano nido en un escarpado tejado del 999 de la misma calle, donde el pelo está bien sujeto por enjambres de orquillas y el último botón de la decencia siempre está bien abrochado.
No importa la hora a la que comienzan sus caminatas ni que cosas les entretienen por el camino, porque siempre se encuentran exactamente en el mismo lugar, el 394 de Nowhere street, donde el color añil adorna sus cotidianas peroratas.... - Buenos días Mr Sunday -Buenos días Señora Ostrich....
Curioso sitio donde la provocación y el que dirán se diluyen en el añil de un viejo portón mudo.
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